El vidrio se describe como transparente o translúcido y duro o frágil a la temperatura ambiente, resistente al desgaste, a la corrosión y a la compresión, y por último, no presenta una estructura regular o bien determinada. Se consigue mediante la mezcla de de sílice con caliza y carbonato de sodio, que puede tener diferentes coloraciones a través de la añadidura de óxidos metálicos.
Este material se clasifica dentro de los materiales inorgánicos y se ha convertido en un elemento imprescindible en numerosas aplicaciones como edificaciones y arquitectura, parabrisas, envases, óptica, electrodomésticos, iluminación, material de laboratorio, etc.