El principio de la inteligencia emocional es la aptitud de saber comprender los sentimientos personales y ajenos, un valioso mecanismo que es necesario en la vida educativa, laboral y afectiva. El concepto se originó hace unos siglos, cuando se descubrió que los seres para poder relacionarse necesitaban de una inteligencia diferente, en este caso, la emocional.
Por eso, no hace falta que la persona sea muy hábil en el ámbito académico o intelectual, ya que si es muy respetada, apreciada y estimada, produce una actitud de afecto ante los demás y llega a ser identificado por sus rasgos emocionales.
Una persona que tiene inteligencia emocional es aquella que siente y utiliza sus emociones y las de los demás. Esto quiere decir que tiene autocontrol, mucha motivación tanto para sí misma como para los de su entorno, tranquilidad aunque se produzca alguna desgracia, tolerancia ante la frustración y manejo de sus estímulos.
Las personas con una apropiada inteligencia emocional se determinan por tener unas características concretas que convergen en el próximo perfil, el cual se explica de forma detallada a continuación.
Reconocimiento y manejo de las emociones
Es apto para admitir sus emociones y controlarlas de manera sutil, y también de reconocer las emociones de los demás y entender no sólo lo que reflejan las palabras de forma explícita, si no ir más allá, a lo implícito.
Tolerancia y adaptabilidad
Tiene un gran control sobre sus emociones y por eso mismo, cuando suceden diversos obstáculos en el día a día, tiene el poder de ser flexible y adaptable a las modificaciones imprevisibles. No sólo es necesario un alto coeficiente intelectual, ya que es más fructífero si domina su inteligencia emocional.
Empatía
Saber ponerse en el lugar del otro, entender emocionalmente hablando lo que le ocurre a otra persona. Aquella que tiene inteligencia emocional es empática y lo emplea para conseguir solucionar una situación en concreto, es decir, comprende sus emociones y las de los demás, y las altera para el beneficio de las dos.
Educación de las emociones
Actualmente, según la inteligencia emocional, es posible educar las emociones que fueron nocivas como la rabia, el rencor y el odio, y convertirlas en sensaciones positivas que favorezcan a las personas en su vida cotidiana, para sí mismos o para la relación con los demás.
Apoyo a los demás
Aquella persona con una inteligencia emocional alta tiene ganas de ser solidaria con los demás, ya sea en el tema económico, material o emocional. Siente una necesidad interna de ayudar a los demás de forma totalmente desinteresada, sin esperar recibir nada a cambio.
Asertividad
Sabe reconocer de forma rápida y efectiva aquello que desea y sabe cómo conseguirlo ya que sus emociones se encuentran totalmente equilibradas. No se deja llevar por los impulsos de sus emociones, sino que razona de forma racional tratando de obtener el máximo beneficio tanto para sí mismo como para los demás.
Automotivación
Su comportamiento no pende de la motivación en forma de premios o halagos que dan los demás, sino de la motivación que provoca el deseo de realizar una labor o alcanzar una meta por sí mismo.