La monarquía absoluta se consideró un modelo político donde el poder lo tenía una única persona que era el rey y donde era inviable una división de poderes. El motivo de que el monarca tuviese los tres poderes fue porque la monarquía absoluta se figuraba como una idea donde Dios era quien le daba un valor de legitimidad al rey.
Entre los siglo XVI y XVIII, muchos países europeos tenían un sistema de gobierno de monarquía absoluta como España, Francia o Inglaterra aunque se fue debilitando una vez que comenzó la Revolución Francesa, además de que se añadieron valores democráticos.